Vivir en el desierto a veces pesa de la chingada,
Los días de negligencia se nos cobran con migrañas y picaduras de alimañas,
Alimañas como yo. Cuando nos vemos nos reconocemos dulcemente.
El calor te enverga, te enerva la piel.
Los labios parecen explotarte, quizá por eso la vida aquí es tan caliente y va tan rápida.
Parece broma, mientras más calor, más nos arrejuntamos, nos revolvemos, nos amasamos.
Cachoras desérticas.
Perdemos el juicio, nos saboreamos el sudor, el polvo y los intestinos, apretándonos la piel y volteándonos los ojos.
Enbeces, es el mismo sudor que nos escurre y nos pegostea las sábanas el que nos hace aborrecernos,
Nos llegamos a apestar tanto unes a otres que ya no se sabe si es por sudor, migraña, o por los bichos, quizá es incluso el miedo mismo de vernos desnudas o el de quemarnos vivas.
En esos días donde las gotas de sudor se te meten por los ojos y las ondas de calor se ven en la carretera,
Qué ganas me dan de ser nahuala
convertirme en cienpatas, alacrana o cascabel,
Predadora
Para prenderme de ti cual mimosa,
Qué perras ganas de ser alhuatitos en tus botas y vellitos,
Molestia
Para seguirte los pasos y esparcirme por toda la cama sin dejarte dormir,
Espinita remolona que no puedes quitarte ni frotando tu cabello,
una uña de gato abrazando y arañando inocentes turistas de bermudas y sandalias.
Qué chinga es el desierto,
y qué rico ser alimaña.
Comments