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La maestra de kínder, de Sara Colangelo

Foto del escritor: A. G.A. G.


¿Puede la vocación docente ser un terreno peligroso para las idealistas y soñadoras?, ¿cuáles son los límites entre la guía y la agencia del camino ajeno?

A propósito del pasado Día de las Infancias, y sobre todo de este mes que se celebra a las y los docentes, me gustaría hablar de La maestra de kínder (o La profesora de parvulario en otra versión) de la directora Sara Colangelo estrenada en 2018, disponible actualmente en Mubi (mi reciente obsesión) y Primevideo. Esta adaptación de la original israelí de 2014 tematiza la desilusión padecida por una educadora frente a un mundo que ignora todo aquello relacionado con la sensibilidad artística, que convierte el existir de quienes la poseen en un transcurrir gris y monótono.


En esta conmovedora película, Lisa Spinelli (protagonizada memorablemente por Maggie Gyllenhaal) es una maestra de preescolar con una sensibilidad artística notoria. Desde el inicio de la película, Lisa asiste a un taller de poesía en el que no se destaca como quisiera. Si bien el profesor Simon (interpretado por Gael García) no le sugiere abandonarla, le recrimina que sea una poesía derivativa, o sea, no original. Está situación, que se suma a la de no compartir con su marido esta visión ante el mundo y “convivir” con dos hijxs adolescentes, quienes prácticamente la ignoran, nos presenta a una personaje ávida de estímulos y experiencias artísticas. Es bajo estas circunstancias que aparece el elemento central que detona sus más hondos deseos: Jimmy (Parker Sevak), uno de sus alumnitos.


Jimmy, con tan sólo 5 años, es, si algo así puede decirse, un poeta innato. Mientras Lisa y Meghan (Anna Baryshnikov), la otra maestra de apoyo, acomodan el salón y también esperan la llegada de la niñera de Jimmy, éste se levanta, comienza a caminar y a recitar versos. Lisa se da cuenta que las recitaciones de Jimmy no son balbuceos, como los llama su niñera, sino auténticas creaciones poéticas. A partir de ese momento, Lisa entrará en una especie de ¿obsesión? in crescendo para salvaguardar lo que ella considera como un don.


La combinación entre la frustración no sólo de sus circunstancias familiares, sino de la propia escritura y quizás también de su desarrollo profesional, llevan a Lisa a actuar de formas poco convencionales y hasta imprudentes. Lo interesante de la dirección de Colangelo es justo eso: nos presenta a una maestra de kínder que no es enjuiciada, sino observada. Esto se logra además porque en las acciones de Lisa existe una ambigüedad que permite la indecisión ante lo “correcto”. Si bien la maestra Spinelli sobrepasa los límites entre educadora y educando, la cercanía y el cariño con el que trata a sus alumnas y alumnos y la nula intención maliciosa de sus acciones ayudan a crear esa ambigüedad. Sin embargo, y a pesar de lo anterior, Lisa, al adjudicarse la responsabilidad por el futuro artístico de Jimmy, pierde en algún momento el borde entre lo lícito e ilícito.



La maestra de kínder no es entonces otra película que nos recuerde a Matilda, en la cual la maestra Miel rescata a la brillante y especial alumnita y la lleva consigo, sino una imagen patética y desconsoladora de un mundo en el que las humanidades y las artes siguen cada vez más ignoradas, aunque no desaparecidas. Y así es justamente como cierra la película, con un Jimmy con los vidrios de la patrulla de policía arriba, anunciando que tiene otro poema para decir sin que nadie lo escuche. Esa imagen, por un lado; pero por el otro, la posibilidad de convertir para sí en un terreno peligroso el trabajar y participar en el desarrollo de lxs otrxs, como suele ser en la docencia. ¿Cuál es la línea entre la orientación, el apoyo y el agenciamiento de un proyecto de vida que no nos pertenece?

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