“Yo lo que quiero es que estudies,
que te saques una carrera,
que tengas oportunidades,
que no dependas de nadie”
Diálogo de la película Las niñas
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La directora española Pilar Palomero nos ofrece en su primer largometraje, Las niñas (2020), una mirada sensible hacia el inicio de la adolescencia de Celia (Andrea Fandos), una niña de 11 años cuya vida transcurre entre un hogar monoparental con su madre, Adela (Natalia de Molina), y una escuela de monjas en España durante la década del 90. Son varios los temas que atraviesan esta película, entre ellos llamaron particularmente mi atención el adultocentrismo, la violencia, el tabú de la sexualidad y las dificultades de la adolescencia.
Durante los 100 minutos que dura la película me sumergí en la historia de Celia, quien comienza a explorar su libertad, sus sentidos y su cuerpo. Me reí con la inocencia que aún la acompaña y tragué saliva cuando su soledad, incertidumbre y desconcierto me tocaron por la franqueza de las situaciones. Un cuadro desalentador que persiste en la actualidad, donde las preguntas se callan con violencia física, verbal o se contestan con silencios, a partir de las personas que, se supone, deben cuidarte.
Adela, como muchxs -sino es que todxs lxs xadres-, desea “lo mejor” para su hija: “Yo lo que quiero es que estudies, que te saques una carrera, que tengas oportunidades, que no dependas de nadie”. La imposición del deber ser aparece aquí como el deseo de la madre para que su hija adquiera conocimientos o habilidades que le garanticen la supervivencia en el mundo. Indudablemente un deseo sensato; sin embargo, nuestra protagonista parece tratar de asimilar dos cuestiones: ¿por qué haber ido a pasear con un joven le merece la frialdad de su progenitora?, ¿cómo esto podría afectar el futuro que desea su madre para ella? La sexualidad habita en el tabú y en el silencio.
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En esta película advertimos los discursos que van configurando la moral de estas niñas en cuanto a la sexualidad. Se nos presentan varios momentos donde ellas expresan curiosidad por las relaciones sexuales y los mitos que sostienen el miedo a su práctica. Además, vemos cómo la religión católica va instaurándose en sus subjetividades dictando el orden heteronormativo (hombre y mujer), valida las relaciones sexuales únicamente a través del matrimonio (acuerdo de exclusividad), entre otros comentarios que asientan los valores que constriñen la sexualidad de las mujeres.
La amistad funciona aquí como un salvavidas, con todo y lo agridulce que conlleva nombrarlo de esta manera. Brisa llega a la vida de Celia como una compañera de clases y después como amiga. Su vínculo es inmediato y ambas comienzan a compartir tiempo, tristezas, descubrimientos ideas y gustos musicales. A ambas las une el dolor del recordatorio social de tener una familia “atípica” en los esfuerzos sociales por validar lo que, en apariencia, representa una familia “tradicional”. Lxs xadres de Brisa fallecieron y Celia perdió a su padre.
Es increíble la franca representación del adultocentrismo como una ilusión de autoridad que lastima y violenta a las infancias. En este caso, nos enteramos de que la protección de Adela por su hija le ha llevado a mentirle sobre su propia vida. Los actos de la madre están orientados a evitar que Celia repita su historia; no obstante, este dolor se expresa más bien con violencia por medio de los silencios, los golpes y la evasión. Aunado a esto, los problemas con su grupo de amigas hacen crecer en Celia una frustración y una tristeza que se traduce en una autolesión, para la cual pide ayuda a su amiga Brisa como estrategia para permanecer en casa o, por lo menos, fuera del grupo escolar. Sin embargo, este grito de ayuda pasa inadvertido por las adultas que la rodean.
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En las últimas imágenes me quedo con la sensación de una metáfora frente al coro donde solo algunas pueden cantar y otras solo deben gesticular. Sentí que sugiere la violencia a la que las niñas son sometidas cuando sus voluntades desentonan con las expectativas que se tienen de ellas o, peor aún, no las cumplen. Me quedo con la idea de una promesa frente al futuro de Celia como alguien que romperá con los moldes, con todo y los riesgos de salir lesionada –ya vimos que es una niña arriesgada.
Esta película nos invita a reflexionar sobre el adultocentrismo de nuestra sociedad y reconocer cómo afecta a las infancias y adolescencias. ¿En qué momento nos convertimos en adultxs que solo validan sus problemas y conocimientos a partir de los años vividos?, ¿tendremos la humildad para reconocer que fallamos?
Si ya tienes curiosidad por esta película, te dejo aquí el trailer:
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