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Mujeres adultas con mirada de niñas

Foto del escritor: Idalia López CarrilloIdalia López Carrillo


Vi a unas mujeres adultas convertirse en niñas. Es lo que tiene el juego, nos regresa a la infancia, ese tiempo que para algunas es más duro. La vida de muchas personas es un andar entre la carencia y el abandono. ¿De quién es la responsabilidad?, ¿Quiénes pueden accionar para cambiar estas situaciones? ¿Quiénes quieren?


Hace unos días tuvimos una jornada con actividades de fomento a la lectura en un comedor de la ciudad. La convivencia con infancias y adolescencias fue muy grata. El brillo en las miradas y los abrazos espontáneos son alimento para las ganas de compartir, pero más allá del impacto en las niñas y los niños, que no es menor, me conmovieron las madres.


Una de las actividades que compartimos fue la lectura de un cuento para infancias de prescolar. Skarleth, con todos sus recursos artísticos, hizo una lectura divertida. Con gestos, voces e interacciones, lo que se espera de alguien que comparte con gente pequeña. Pero detrás del grupo estaban unas mamás que acompañaban a sus crías.


Yo miré la escena desde varios ángulos, en ese ejercicio de observar los ritmos, apoyar en las actividades, ordenar situaciones, entré y salí varias veces de la narración, miré a mi compañera, miré el gozo de las niñas y los niños, también miré como las madres se fueron a ese lugar de la imaginación a ser niñas y sentir, al igual que sus hijas e hijos, esa pausa que nos brinda el arte, en este caso la literatura.


Salir del mundo para disfrutar un cuento, para emocionarte con las palabras que alguien eligió desde otro lugar, alguien que pensó en infantes y escogió colores y personajes para decir algo importante de manera sencilla y a la vez divertida. Entrar a la fantasía de una historia que te alcanzó en este momento con ojos de adulta y mirada de niña.


La cultura es tantas cosas que alimentan al ser; que tejen redes, que nutren la imaginación y la creatividad, que desarrollan identidades, que nos llevan a pensar y a preguntarnos, que nos entretiene y deleita. Todas las personas tenemos derecho a ella, pero el acceso es otra cosa.


La declaración de la UNESCO dice:


“El acceso a la cultura consiste en cuatro elementos clave: la no discriminación, la accesibilidad física, la accesibilidad económica y la accesibilidad de la información”.

En papel está muy bien, pero las prácticas nos dicen otra cosa; dicen que al margen llega apenas un eco de la fastuosidad con que se viste la cultura del centro.


Esta actividad que llevamos al comedor me hizo pensar y cuestionarme sobre el derecho a la cultura. Vi a las niñas en esas mujeres y vi a mi propia niña. Recuerdo como mi niña escuchó algunos ecos culturales que la sostuvieron para resistir ante un mundo que se desmoronaba.


Vi a esas mujeres convertirse en niñas con un cuento. ¿No es algo que nos pasa a todas?

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